martes, 11 de octubre de 2011

Cuando los malos siempre son otros

La industria musical se está llenando de tópicos. Preguntarle a un determinado artista sobre la piratería o sobre si él mismo descarga música es algo tan manido que casi podrían cogerse todas las posibles respuestas y predecir la siguiente.

Siempre la industria es la mala de la película, ese gigante sin cara que se enriquece a costa de artistas y consumidores explotados hasta la saciedad.

Con los conciertos ocurre algo parecido. Otro gigante sin cara y a menudo sin nombre llamado productora es quien se lleva los cuartos en el concierto de turnos. Los grupos apenas tendrán para gastos y el público tirará de los ahorros para ver el concierto/festival. Este es un gran tópico y bueno no soy yo nadie para desmentirlo pero...las cosas no son siempre lo que parecen.

Lo que no se ve en estos casos es el tiempo invertido en un concierto, los miles de detalles de horarios, caprichos, cartelería, anticipadas...junto a otros hechos circunstanciales como lo metereológico, la época de exámenes, elección de teloneros, o...que finalmente te programen un barsa-madrid para la misma hora y el trabajo de meses puede que se venga abajo.

Con esto no quiero defender a nadie. La música puede ser un negocio pero también que la recompensa llegue tras mucho esfuerzo y sacrificio; distinto al talento y las horas de grabación de un artista, distinto también al del público trabajando cada día para pagar un concierto, distinto, sí, pero esfuerzo al fin y al cabo.