miércoles, 14 de agosto de 2013

El eterno viajero

Se aconseja leer acompañado de El Viajero de Seguridad Social http://www.youtube.com/watch?v=lZN9lNVAdgw#at=137

Casi es un tópico a la hora de preguntarle a alguien sobre sus aficiones que responda con..."viajar". Creo que en cuestión estadística poca gente dirá que el viajar no le guste; otra cosa es la cantidad de recursos de que disponga y la voluntad que ponga para ello.

Como para casi todo hay mucha gente que de "boquilla" afirma cosas en las que luego no invierte coherentemente...pero voy más allá. El viajar más que una enumeración de ciudades y lugares que uno ha visitado es una actitud. Una actitud constante por aprender, empaparse de otras culturas, de vivir experiencias que se marquen de "especial" en la línea temporal de tu vida. Anécdotas, personas que encuentras en el viaje, fotografías y risas en una búsqueda constante de uno mismo que vas descubriendo lejos del círculo habitual de confort.

Los buenos viajes siempre comienzan mucho antes de que ocurran. La planificación, las reservas, la incertidumbre, las ganas y los nervios son ingredientes fundamentales antes de partir a muchos o pocos km de nuestra ciudad de residencia. Luego quedará el viaje en sí que con la actitud adecuada difícilmente no será todo un éxito. Si vas acompañad@ podrás compartir tu entusiasmo y contagiaros mutuamente del viaje pero si vas sol@ demuestras que tus firmes convicciones están por encima de una soledad circunstancial más el misterio de no saber quién o qué se cruzará en tu itinerario.

Luego quedará el post viaje, la huella en el recuerdo...pero eso ya será madera de otro post.

PD: Por cierto, la canción de Seguridad Social que acompaña al texto tiene una curiosa particularidad y es que utiliza todas las preposiciones....¿te habías dado cuenta?

¡Buen viaje!


lunes, 12 de agosto de 2013

Y por las noches

Se aconseja leer acompañado de Por las noches de Los Ronaldos https://www.youtube.com/watch?v=ZKJGW4l5osI

Esta noche dediqué unos 30 minutos (minuto arriba, minuto abajo) de mis preciadas vacaciones a un ser, ya clásico en verano, como fue (ya es pasado en mi vida) el mosquito.

Irrumpiendo en un sueño placentero aunque absurdo y abstracto como los que tengo cuando estoy despierto, el chupóptero primero me picó en repetidas ocasiones en distintas partes de mi anatomía cuyos detalles prefiero obviar para luego en un alarde de soberbia dedicarse a aproximarse en vuelo rasante hacia mis oídos con ese zumbido característico.

Con mal humor y picor desperté y comencé el protocolo habitual en estos casos. Cerré la puerta del dormitorio, encendí la luz y comencé la búsqueda por cuadrantes en paredes y techos. Tras el no avistamiento del chupasangre en este primer intento creí conveniente ponerme las gafas y agudizar aún más mi sentido visual. Volver a intentar a dormir con el mosquito rondando por ahi no era una opción.

Convencido de que ni en paredes ni techo se encontraba mi enemigo me centré en la cortina y allí lo hallé...orgullosamente posado y desafiante. Me armé de la parte de arriba del pijama y ataqué veloz pero impreciso...dando como resultado la huída cobarde del riritante ser.

Vuelta a empezar. Nuevamente fase de observación tras visita a la cocina a por un poco de agua fresquita para animarme. El reloj marcaba las 5,36 de la madrugada cuando en el silencio de la habitación lo oí zumbar nuevamente. Debía estar cerca...me giré y lo encontré ante mi, volando confiado y con el estómago lleno de mi propia sangre. Esta vez mis movimientos fueron los adecuados, abrí mi mano derecha hacia él y justo a su altura la cerré dándole caza.

Cuando abrí mi mano cayó al suelo para acabar inerte tras remate final con mi chancla. No me gusta ni mucho menos me divierte pero alguna noche en verano siempre hacemos...lo de siempre.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Porvenir

Se aconseja leer acompañado de La edad del Porvenir de Javier Álvarez http://www.youtube.com/watch?v=fkXXiA2HaRM

De un tiempo a esta parte se van sucediendo reencuentros, aniversarios varios y muchas miradas al pasado, a un pasado que ya es lejano.

Recuerdo las prisas que en ese pasado tenía porque llegara el futuro, el porvenir. Nos sentíamos en la cresta de una ola de modernidad a la que acostumbrarnos con naturalidad y ansia. Elegir nuestra profesión, conocer gente y mundo y tener plena libertad para esas pequeñas cosas (como la hora de llegada a casa) se convertían en nuestras particulares batallas de la que no cabía duda nos declararíamos victoriosos.

Los más idealistas soñábamos con un mundo en paz, con curas para las enfermedades y con poder salir a la calle con seguridad y sin miedo.

Y bueno...parte del porvenir ya está aquí. Nos decían muchas cosas qué iban a pasar y otras formaban parte de nuestras propias películas imaginadas. Los telediarios han cambiado poco...sigue habiendo guerras, desastres y enfermedades. Nuestra idea de profesión y de las relaciones han ido evolucionando con el tiempo en un proceso de adaptabilidad constante. En mayor o menor medida ideales van cediendo hacia la realidad de las deudas y depender del dinero para subsistir y que tu vida se acerque a lo que un día soñaste.

Pero el porvenir siempre está ahí, esperándonos. Nunca lo llegamos a alcanzar del todo. Estamos en una perenne edad del porvenir en la que ya no aprendemos ni la lista de reyes godos, ni las preposiciones o hacer una raíz cuadrada. Ahora aprendemos a cocinar, conducir, diseñar una web, o a decir NO educadamente a la operadora de esa compañía telefónica que insistentemente no para de llamarte a la hora de la siesta. El verano es un buen momento como otro cualquiera para sentarte junto al mar, mirar al horizonte y soñar con tu porvenir.