miércoles, 11 de marzo de 2009

Mirando atrás: Cabrón

Inauguramos esta nueva sección, "Mirando atrás", en la que me gustaría recuperar álbumes y grupos que, por la razón que sea, han pasado de puntillas por el olimpo del rock, o no son recordados como se merecen.

Y para abrir este nuevo espacio he escogido uno de mis discos favoritos: Cabrón, el segundo disco de La Cabra Mecánica, publicado en 1999. Asumiendo lo pretenciosa que es la siguiente frase, Cabrón contiene las mejores letras que se han escrito jamás en castellano. Bueno, venga, las mejores letras que vieron la luz en los años 90. Bueno, mmm, sí, cierto, en los 90 se publicaron discos tan míticos como Honestidad Brutal, Agila, Salitre 48....¿las mejores letras del año 99?


Que os den, las mejores letras de los 90. Y punto.

La historia de La Cabra Mecánica comienza con, "Cuando me suenan las tripas", que vendió cerca de 25.000 copias, con lo que DRO le dio manga ancha al Lichis para su siguiente obra. Frente al sonido cosmopolita del primer disco, con una producción más bien blandita, Lichis pergeña un disco con un sonido oscuro, noctámbulo, canalla, Cabrón. La producción de Juanjo Melero (ex Sangre Azul) es enorme, dotando a la obra de un sonido negruzco, viciado. Además Juanjo terminó muy contento con el resultado, como cuenta en esta entrevista.

El disco lo abre "Drid pop", tema que se inicia con una frase lapidaria ("Últimamente he dejado de ver los telediarios, total pa qué si ya me los sé"), y que incorpora un guiño a los Beatles. A pesar de que al Lichis siempre se le asocie con la rumba, su querencia por el brit pop es enorme, y en casi todos sus discos rinde homenaje al sonido pop de las islas. Después comienza el baile de géneros con "En brazos del enemigo", canción con piano latino en la que el Lichis desgrana su poesía costumbrista y culinaria ("tú bailabas con Whitney Houston y los Camela, rojo supurante mi corazón era chorizo frito en la parrilla de un chiringuito de una asociación vecinal"). De seguido aparece la funky "Terribles 80", de estribillo quedón ("soy un yonky, yonky, y todos mis amigos tocan funky, funky"). De seguido aparece la rumbita "De buena mañana", preciosa canción de despertares, con un estribillo en el que Lichis lanza un guiño a Machín ("si te falta color ya está el blanco pa pintar estrellas, angelitos negros que por lo visto en el cielo también los quiere Dios"). El sonido de un vinilo y de un piano-bar anuncian "Como un animal", baladón donde los haya, con excelentes arreglos de violín y texto plagado de ironía ("cagué el hechizo del estribillo pegadizo viviendo como un animal") y con los Beatles sobrevolando alrededor. Al final del tema se incluyó un texto locutado por la mítica voz de Rafael Taibo. De nuevo el sonido se rompe y llega uno de los puntos culminantes del disco, "Canción protesta", tema chandal-metalero en el que el Lichis muestra su habilidad rapeando, mientras junta referencias a Molotov, Cecilia, al patriotismo futbolero, la comercialización de la música, la violencia de género....y todo en poco más de 2 minutos. La montaña rusa de Cabrón sigue subiendo con "Sobre cañones y moscas", único single del disco, en el que la cita a los Byrds y Dylan es obvia ("Hey Mr. Tambourine que no se acabe el baile, ojos de vidrio, sol de aluminio, tuya la sangre de mi nariz...") con los Beatles de nuevo en el retrovisor. Lichis echa el freno con "Malacara", canción de pop fresco y directo, retrato de un pillastre con aires a Pedro Navaja. Nuevo giro musical: el sonido techno de "Fiesta rave" nos lleva a una noche de locura y desenfreno, pupilas dilatadas y mandíbulas batientes, con estribillo guitarrero, incluyendo también aires arábigos que recuerdan al primer Búnbury del "Radical Sonora". Incluye un recitado absolutamente sorprendente: "El gorila común europeo machaca una media de tropecientos mil jóvenes cada fin de semana, causa esta, junto al letal binomio alcohol-drogas de diseño, de la paulatina extinción de la raza humana". "Agua" nos trae aires puros y cristalinos, sonido acústico para una de las letras más brillantes del Lichis ("me suda verte llorar, menos meas...escupo el 65% de mi ser en caudal sin medida que ahogue tu sed...."). El pop-funky de "Odio" nos sitúa em un atardecer-anochecer en busca de algo de juerga, mientras Lichis relata filias y fobias con tremenda cadencia y versos sobresalientes ("los ojos llenos de nubes, las botas llenas de mierda"). "Verborrea", uno de los títulos que mejor definen al Lichis, incorpora de nuevo aires latinos, rematados con un final carnavalesco-brasileiro. Y el disco lo cierra otro canción intensísima, "Palabras de gasolina", en dónde el otro héroe del Lichis, Dylan, ronda de nuevo por un texto melancólico y doliente , incluyendo una irónica referencia a Ramoncín ("reinventé cuatro tópicos manidos, versifiqué mis desvaríos, alcanzando cierta fama como orador comprometido en todos los debates televisivos que hasta las madres comentaban al verme quien bien habla este chico pa ser tan punky y tan autodestructivo").

Todo esto consiguió la inestimable cifra de ventas de 2700 discos (yo tengo 2). Esto provocó una enorme crisis de fe en el Lichis y en DRO, que apunto estuvo de acabar con la carrera de este buenazo. Sea injusto o no, Lichis parece aborrecer bastante esta obra, ya que en directo ya no interpreta una sola de las canciones que la conforman.

Quizá dentro de 10 años algún iluminado de la Rockdeluxe descubra este disco y Lichis acabe haciendo una gira por el veinte aniversario de su publicación, tocándolo en directo. Mientras tanto solo nos queda su sonido y su preciosa portada. Y este humilde post.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me ha encantado Cabrón. Uno de los grandes discos olvidados de los últimos años.

Gran post!
Un saludo.