Mucho revuelo se ha montado con la muerte de Antonio Vega y su reflejo en los medios. Dentro de la tónica hagiográfica que se ha seguido, tan sólo
Quico Alsedo y Diego
Manrique han roto con ella, haciendo un retrato poco complaciente de Vega. Más allá de lo acertado de estas columnas, me ha resultado muy interesante algo que dice
Manrique en su texto:
"Dicen algunos pesimistas que esta profesión -la de periodista musical- está en vías de extinción. Al contrario, amigo: la democratización digital ha multiplicado el número de sus practicantes...hasta el académico Anson puede marcarse una crónica pasable de un show de The Killers...Pero ¿quién requiere crítica musical? A diferencia del cine o la literatura, el espacio disponible para esos menesteres es mínimo y la reseña de un disco se agota en proporcionar los datos básicos; los análisis de conciertos se reducen a notas sociales ("la cantante lucía una elegante túnica violeta"), al no existir tiempo material para la reflexión..."
Llevo tiempo pensando en lo inútil que es escribir sobre música, y
Manrique me ha animado a profundizar sobre ello. Y para ello citaré dos frases de
Frank Zappa:
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El periodismo musical consiste en gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer (yo diría que más que no saber leer, escribir o hablar, el problema es que nadie sabe nada de música).
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Escribir sobre música es como bailar arquitectura (esta es apócrifa, me la han contado y me gustó).
Lo que quiero señalar es que dentro de la música
pop y
rock muy poca gente (de medios, industria, músicos y audiencias) sabe realmente algo de música. Los hay, pero son los menos. Cuando hablo de "saber de música" me refiero a conocimientos técnicos, precisos. Pero eso me lleva a la segunda frase de
Zappa: ¿de qué sirve escribir sobre música?La música hay que sentirla, vivirla, degustarla. Intentar racionalizar y
objetivar eso (sin tener un conocimiento preciso de lo que se habla) acaba siendo un ejercicio lleno de tópicos. Probad a leer cualquier crónica (las mías las primeras), en donde los mismos adjetivos se repiten continuamente: las guitarras son "afiladas", las baterías "machaconas", el bajistas estuvo "en su sitio", el sonido fue "potente"....
Entonces se tira de trucos, como el que señala
Manrique (hablar más del entorno que de lo musical), se hacen afirmaciones sin un sólido apoyo argumentativo (no me gustan porque el cantante es feo), o se buscan argumentos manidos y desfasados (son malos porque son comerciales y suenan en los 40). El problema es que la crítica musical es la fuente de conocimiento más importante que hay para los
fans, con lo que, a base de leer tópicos, uno acaba reproduciéndolos.
Dicho lo cual, ¿qué coño se puede decir del sonido de una batería?